11/9/12

¿Por qué escribo para niños?


 

Comparto con ustedes mi respuesta al escritor, editor y periodista cubano Enrique Pérez Díaz, quien prepara un testimonio sobre las motivaciones de quienes hacemos literatura infantil.

¿POR QUÉ ESCRIBO PARA CHICOS?

No es salir del paso, declarar que escribo para niños y adolescentes porque yo era uno de ellos cuando empecé mi primera novelita. Escribía para mí mismo, para mis hermanos y amiguitos, paliando la escasa oferta de libros infantiles y juveniles en la Cuba de finales de los años 60. Es frecuente que un escritor se forme entre las páginas de los libros que lee con mayor pasión… entre las que desea ver aquello que echa, pese a todo, de menos. Todo escritor es una especie de crítico, de “corrector” de los libros que lee.

Yo comencé mi primera novela con 12 años cuando me vi temporalmente privado de “mi dosis” de lecturas porque debí desertar la Biblioteca Provincial, único sitio en que podía encontrar las obras -editadas en España- del historietista belga Hergé, de los británicos autores de novelas detectivescas Enid Blyton y Malcolm Saville, y de nórdicos y alemanes como Astrid Lindgren, Tove Jansson, Erich Kästner, Josephine Siebe, Ake Holberg y Edith Unnerstand, maestros en la combinación de humor, fantasía y exotismo (desde el punto de vista de un cubano) que me gustaba y que las librerías cubanas y la Editora Juvenil (única editorial cubana para chicos entonces) no ofrecía sino excepcionalmente.

Aunque mis lecturas fueron haciéndose progresivamente adultas, seguí escribiendo el mismo género hasta los 19 años. Luego, cuando gracias a los talleres literarios y a mis estudios en la Facultad de Humanidades, ya era consciente del rigor estético y función social que corresponden al escritor, y me convertía irremediablemente en adulto, ya era demasiado tarde para cambiar de estilo, de manera de escribir… Puesto que para mí la literatura infantil (en rigor la narrativa, que es lo que escribo) es un género literario como la lírica, el texto dramatúrgico o el ensayo; un discurso estético peculiar cuyas modalidades de forma y contenido están determinadas –es su especificidad– por su destinatario. Y de la misma manera que un poeta escribe poesía, yo escribo narrativa infantil; tenga destinatario infantil o no en mente, y sean el tema y hasta el lenguaje pertinentemente infantiles o no.

La cuestión es ¿por qué prefiero el destinatario infanto-juvenil y no el otro, los adultos que son mis iguales? Pues porque los niños (más que los adolescentes, que no requieren ni provocan formas literarias específicas) tienen una manera sui géneris de abordar la realidad y utilizar el lenguaje que corresponde exactamente a mi modo de concebir y expresarme literariamente. Mis cuentos y novelas pueden tener temas que interesan a los adultos, pero mi forma de desarrollarlos es la del cuento/novela infantil, con su facilidad para mezclar realidad y fantasía, tratar las palabras con juguetona libertad y presentar los problemas individuales y sociales con una especie de simplicidad. Me interesa y preocupa el mundo en que vivimos, pero no me creo capaz ni me divierte el realismo; prefiero la metáfora, la parábola. Y, para terminar, hay una generosidad una “ingenuidad” (tomen en cuenta las comillas) en la recepción infantil que necesito como pago a mi total entrega a la creación literaria.

Sobre estos temas me he extendido en diversos artículos, publicados en revistas impresas o en espacios electrónicos, parte de los cuales reuní en mi primer libro de ensayos: La literatura infantil: un oficio de centauros y sirenas (Lugar Editorial. Buenos Aires, 2001).  
 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Joel!
Enhorabuena por tus viajes y gracias por compartir con nostros tantas experiencias y anécdotas.Buen viaje a Panama y me he enterado ahora mismo leyendote que el nombre que luces anunciaba ya la futura capacidad artística de la que gozarías...
Un beso
Juan C. Mella. A Coruña

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