22/7/13

El día que Fidel Castro me escondió la Luna




El 21 de julio de 1969, hace 44 años, el Hombre pisó por primera vez el suelo lunar. Colosal victoria de la ciencia que, es cierto, fue motivada por la carrera armamentista entre Estados Unidos y la URSS, que se esforzaban, en plena Guerra Fría, por mostrar quién era el más fuerte en materia de balística estratégica. Era este aspecto el que contaba para las autoridades de mi país. Cuba nunca había sido más dependiente de la Unión Soviética que entonces. Si el más insignificante éxito de la ciencia espacial rusa era celebrado por todo lo alto, con mayor entusiasmo aún de festejaba cada percance de la conquista norteamericana del espacio (abundantes en un terreno complejo y nuevo; aunque los americanos no podían ocultar sus fracasos tan bien como la Dictadura del Proletariado). 

Así que, como la mayoría de los cubanos, no tuve derecho a ver los pasos de Armstrong en la Luna. La televisión cubana ocultó el hecho, y si la prensa escrita lo mencionó –con la mayor circunspección posible- yo ni me enteré. Y eso que yo era ya –con apenas 14 años- un apasionado de todo cuanto concernía al espacio.  Debí esperar 30 años para descubrir las apasionantes imágenes de la primera visita al satélite natural de La Tierra: fue en julio de 1989, cuando yo llevaba exactamente un mes viviendo en Brasil.

Si seguí el viaje de Apolo 11 desde el despegue mismo, fue gracias a La Voz de las Américas, emisora anticomunista prohibida por el gobierno castrista, pero que la vieja radio de onda corta familiar conseguía captar, gracias a una antena colgada en las ramas de una mata de mango, en la discreción de la cocina.  En mi casa nadie escuchaba las “informaciones” políticas  de la radio enemiga, pero esa “ventana al mundo” nos permitía descubrir las nuevas canciones de los Beatles, entre otros temas tan interesantes como, precisamente, el proyecto Apolo.


dibujo de Hergé publicado en ocasión de la hazaña de la Apolo 11

Yo  ya “había estado” en la Luna en compañía de Tintín, gracias a los ejemplares del doble álbum de Hergé “Objetivo Luna“ que se encontraban en la biblioteca provincial (jamás se vendieron en librería ni llegaron a otras bibliotecas; e incluso pronto se les haría desaparecer discretamente de la sección de préstamo).
Antes incluso de la hazaña del Apolo 11,  yo consagré una de las novelitas de aventuras que había comenzado a escribir dos años antes, titulada « Buscando la Luna »  a una aventura fuertemente inspirada de la de Tintín. Posteriormente, mandé al mismo personaje, un francesito llamado Javier, a Marte (esta vez, inspirado por las “Crónicas marcianas” de Ray Bradbury). Mis héroes partieron de un centro espacial que situé en los Pirineos franceses. Lejos estaba de imaginar que un día Francia y otros países europeos desarrollarían el ambicioso programa Ariane y que el centro de lanzamiento espacial europeo estaría en la Guayana Francesa; tanto como que el único cubano que haya visitado el espacio, el teniente coronel Arnaldo Tamayo, lo haría en una Soyuz soviética. Cosas de la vida, una de las investigaciones científicas propuestas por Cuba, el proyecto Cortex, sobre el funcionamiento del cerebro en condiciones de ingravidez, tenía entre sus creadores al esposo de Dora Alonso, la gran escritora cubana que diera tan sabios consejos en 1977, cuando presenté por primera vez una novela a una editorial.

Este álbum no existe, por supuesto
Fabriqué esta tapa a partir de una imagen de
Objetivo Luna, de Hergé


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