14/4/11

Mis cinco libros en euskera y en el País Vasco

En en verano de 2005 inicié una serie de cortas estancias, por razones estrictamente personales, en Bilbao. Durante la primera visité al escritor Seve Calleja, a quien había conocido diez años antes en el congreso de la IBBY en Sevilla (¿o fue después, en 2001, en el Congreso Hispano-Luso de Literatura Infantil de Santaigo de Compostela?). Con la enorme generosidad que lo caracteriza, Seve me presentó a uno de sus editores, Joseba Landa, de Desclée, quien unas semanas más tarde me comunicaba su decisión de publicar mi volumen de cuentos ecológicos La lechuza me contó. Escrito a principios de los años ochenta (a partir de “La gran rosa blanca”, mi primer premio literario nacional, en 1979) fue ése mi segundo libro publicado, en 1987, en Santiago de Cuba, con interesantes ilustraciones del también pintor Vicente Rodríguez Bonachea. Yo había corregido y aumentado esa obra para la edición mexicana, definitiva, de 2004.

Lo de definitivo resultó no serlo tanto, puesto que decidí realizar yo mismo las ilustraciones para la edición en euskera (nombre que los vascos dan a su lengua). El caso es que no me entusiasmaron los ilustradores que vi en otros libros de Desclée, y las ilustraciones de Bonachea eran irrecuperables (en los años 80, las imprentas cubanas solían estropear o perder los originales que les entregaban para su reproducción, de por si deficiente); eso aparte de que ya no correspondían a la integridad de mi texto. Por su parte, las sin duda bonitas ilustraciones de Fabiola Graullera para la edición mexicana (Pogreso) habían descartado, en mi opinión, ciertas aristas de mi discurso.
En realidad, hacía algún tiempo que yo deseaba expresarme no solo a través de las palabras sino también de las imágenes que acompañan todo libro infantil. No me proponía, ni me propongo, ilustrar yo mismo todos mis libros sino solo aquellos en los que siento que puedo decir algo especial... y cuando el editor no me propone un artista de seductor talento.
Ese deseo de ilustrar me sorprendió en un Salón del libro en Francia (no recuerdo si el de Cherburgo o el de Le Mans) cuando compartí mesa con el famoso ilustrador e historietista Christophe Blain. Yo dedicaba en 30 segundos cada ejemplar de los tres títulos que entonces tenía en francés. Blain, por su parte,  necesitaba varios minutos para estampar en cada primera página un dibujo original, regalo para sus lectores (¿o debo decir fans?). Siempre había media docena de personas esperando por sus dedicatorias, mientras que yo, en mejor de los casos, tenía una o dos esperando. Viendo mi cara de aburrimiento, Blain me susurró: “¡Demórate!”. Pero por mucho que cuidé mi caligrafía, ninguna de mis dedicatorias consumía tanto tiempo como un dibujo, incluso realizado rápidamente.
Pero no debo dejar la impresión de una motivación superficial en mi corta carrera de ilustrador. Lo cierto es que yo siempre dibujé “para mí” y hasta para otros. Mi primera publicación, a los 19 años, fue un dibujo humorístico en el suplemento humorístico Melaíto, de la entonces provincia cubana de Las Villas. Posteriormente hice otros dibujos para el boletín de la sala infantil-juvenil de la biblioteca provincial, que durante más de 20 años utilizó uno de ellos como logo.

Muchos años más tarde, puse algunos “dibujitos” en un par de plaquetes publicadas en los linderos de mi colaboración con ALIJA, la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil (sección nacional de la IBBY) de Argentina. Pero fue en 2005, unos meses antes de mi primera visita a Bilbao, mientras estaba becado en la Biblioteca Internacional de la Juventud, en Munich, Alemania, que me compré un cuaderno de dibujo y lo llené de garabatos.
Eran todavía dibujos de aficionado los tres primeros que propuse a mi futuro editor a fines de aquel año, y éste respondió, con diplomacia bilbaína: “No me disgustaron”.
Estaba claro que no le habían gustado en absoluto, y volví a empezar: con mejores materiales y técnica completamente diferente. Tres meses después, al acusar recibo de la segunda propuesta, Joseba me respondió: “¡Pues yo no sabía que dibujabas tan bien!”...Y esta vez no creo que fuese mera cortesía bilbaína.



Desde entonces he ilustrado cinco libros: tres publicados en euskera y dos que permanecen inéditos (como si la fórmula mágica para la publicación de mis dibujos estuviese escrita en esa antigua lengua caucasiana): Hontzak kontatu zidan. (Bilbao. Desclée De Brouwer, 2006), Beste bat nahi dut ! (Bilbao. A Fortiori, 2008 y Hareazko gazteluaren kanta (Bilbao. A Fortiori, 2007); que es el único de los tres también publicado en español y en francés.
 
 
Lo cierto es que si los primeros libros que publiqué en el País Vasco tenían ilustraciones mías, no todos están en lengua vasca (euskera) pues uno de ellos también se editó en castellano. Y este año salió el primer álbum de la serie Gatito (Gatito y el balón), que en euskera Kalandraka coedita con Pamiela como Katutxo eta baloia.  Y dentro de poco, estará en las librerías el segundo volumen de la serie

Mi último trabajo de ilustración es el único que me complace totalmente (¿porque es el más reciente y ya tendré tiempo de encontrarle defectos...?), pero su aparición demora y demora por las dificultades de la crisis famosa... Entre tanto, hice por primera vez ilustraciones en blanco y negro    para el público adolescente de la edición cubana de La leyenda de Taita Osongo (Ediciones Capiro. Santa Clara, 2010).
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Pero esa es ya otra historia...

26/3/11

En el Gran Diccionario de autores latinoamericanos de literatura infantil figuran las siguientes consideraciones sobre mi trabajo

Los cuentos del mago y el mago del cuento. Madrid: Ediciones de la Torre, 1995 (traducción al portugués de Laura Sandroni. Sao Paulo: Editora Moderna, 1991).

Libro integrado por los cuentos: “¡Socorro, se hunde la casa!” “Había una vez un joven mago”, “La familia espantapájaros”, “Sueños”, “Castillos van, castillos vienen”, “Historia musical”, “Así comenzaron las aventuras de Rosa de los Vientos y Perico el de los Palotes”, “La fotógrafa”, “Calabaza, calabaza”, “El paraguas amarillo” y “Colorín, colorado, este cuento...”. El conjunto marca una ruptura respecto de sus libros anteriores, mediante la presencia, común al conjunto, de temáticas de universal humanismo, comunicadas a través de una prosa de depurada elaboración, poseedora de ostensible riqueza simbólica, que logra momentos de intenso y, a la vez, sobrio lirismo. El primero de los cuentos sobresale por su agudo humor, rasgo que se repite, en clave poética, en el antológico “La familia espantapájaros”. Otras historias, como “La fotógrafa” y “El paraguas amarillo”, también destacan por su poesía, al tiempo que narran argumentos de sólida estructura.

Las aventuras de Rosa de los Vientos y Juan de los Palotes. Santa Clara (Cuba): Capiro, 1996 (2ª ed., Las aventuras de Rosa de los Vientos y Perico el de los Palotes. Madrid: Grijalbo-Mondadori, 1996; 3ª ed., Aventuras de Rosa de los Vientos y Juan Perico de los Palotes. Buenos Aires: Alfaguara, 2004).

Rosa y Juan viven en el diminuto País Reino Pueblo, que ha perdido valiosos territorios ante la voracidad de su poderoso vecino el Gran Imperio Ote. La joven pareja emprende un viaje en su casa-papalote durante el cual vivirán disímiles aventuras, entre las que sobresale la solución a los misteriosos fenómenos que trastornaban la vida en el gigantesco imperio enemigo. El sorprendente y bien resuelto final, que juega con la multiplicidad del tiempo, abre nuevas posibilidades a la acción y estimula la imaginación del lector. Esta novela breve se destaca por su dimensión simbólica, que la conecta de modo implícito con serios conflictos de la contemporaneidad; por su frecuente humor y por la ingeniosidad verbal.

Vuela, Ertico, vuela. Madrid: SM, 1997

Ertico es un niño común y corriente, que no se destaca en la escuela ni tiene amigos. Como sufre por su soledad acude a su abuela, que vive en un modesto apartamento del centro de la ciudad y posee dones extraordinarios. Gracias a ella Ertico goza de sucesivos períodos de popular aceptación como cantante, futbolista y primer alumno de la clase, aunque pronto todo vuelve a ser como al principio. Entonces la abuela reteje la alfombra que había utilizado en los otros objetos mágicos y ocurren cosas que cambian definitivamente la vida del pequeño. Las sintéticas y muy imaginativas descripciones, la movida acción, los expresivos diálogos, la universalidad de las situaciones y de los mensajes, hacen de ésta una de las más logradas obras del autor.

El pájaro libro. Madrid: SM, 2002.

Cuento publicado en forma de libro-álbum en el que se narran las aventuras de un libro que escapa de la soledad y el abandono de la biblioteca y termina posado en un árbol de la ciudad donde cuenta sus historias a un auditorio ávido de todo lo imaginativo y lo hermoso que trasmiten las palabras. Es una celebración de la lectura y de la comunicación entre los seres humanos, mediante una prosa ágil, colorida y expresiva.

Pájaros en la cabeza: Sevilla: Kalandraka, 2004.

Un rey singular por su amor a lo natural y sencillo, metaforizado en su amistad con los pájaros, llega casi al punto de tomar, inducido por las intrigas de sus tres ministros, decisiones ambiciosas y agresivas. Enterado por sí mismo de la maquinación de sus servidores, logra que los pájaros les llenen también a ellos tres la cabeza de trinos y aleteos, y olviden sus malas intenciones. El mensaje ecológico y pacifista en torno a la belleza como la mejor medicina para el espíritu, se transparenta desde el atractivo mismo de la trama de este cuento, representativo de la línea creativa de más felices resultado en la obra del autor.

Comentario crítico (general)

Joel Franz Rosell realiza aportes sustanciales a la literatura infantil y juvenil en dos vertientes: como teórico, investigador y crítico, y como narrador. En la primera de ellas sobresale por un conocimiento enciclopédico de procesos creativos, autores y obras; por un pensamiento transgresor y coherente en torno a cuestiones clave como la naturaleza y funciones de la escritura para niños y adolescentes, sus relaciones con la institución escolar, entre otros aspectos polémicos; por su enjuiciamiento certero de méritos y desaciertos en obras concretas (ver La literatura infantil. Un oficio de centauros y sirenas. Buenos Aires: Lugar Editorial, 2001). En la segunda vertiente se aprecia un notorio crecimiento de la capacidad fabuladora y de los recursos del estilo, ostensible a partir de las obras del decenio de los noventa.
El tratamiento de asuntos de dimensión universal y validez externa, contextualizados en la realidad contemporánea, con un espacio cada vez mayor para el símbolo y la metáfora como elementos estructuradores de la narración; la riqueza de matices semánticos y de tonos; la ecuménica perspectiva humanista; la depuración y funcionalidad de una prosa que transmite, sin localismo, la riqueza vital de seres y objetos, hacen de sus libros uno de los conjuntos más trascendentes de la literatura cubana para niños en las últimas décadas.

Notas elaboradas por el doctor Ramón Luis Herrera (crítico y poeta cubano)


Gran Diccionario de autores de literatura infantil latinoamericana. Varios autores, bajo la coordinación de Jaime García Padrino. Madrid: Fundación SM, 2010; páginas 792-794.

5/11/10

confieso que he leído (también) a Laura Devetach

Laura Devetach recibe en estos días el Premio Iberoamericano de Literatura Infantil y Juvenil, con que la Fundación SM distingue, por el conjunto de su obra, a los más destacados autores de España y América Latina.
Conocí a Laura Devetach durante mi estancia en Argentina (2000-2004), pero nuestro primer encuentro tuvo lugar en 1975, en las páginas de su libro Monigote en la arena, publicado en Cuba tras obtener el prestigioso premio Casa de las Américas, en su primera convocatoria de literatura infantil.
Aunque he leído muchos otros de sus libros, solo he escrito sobre La plaza del piolín, una novela que me impresionó particularmente por la forma tan ingeniosa en que la prestigiosa autora entreteje su concepción de la literatura con una historia humana y socialmente comprometida. Tres elementos que, junto con el dominio del lenguaje y una poderosa imaginación, son característicos de su obra.

La plaza del piolín, de Laura Devetach
Buenos Aires, Alfaguara, 1993, il.: Nancy Fiorini.
Desde 10 años


La plaza del piolín es un libro inclasificable; está formado por una pluralidad de materiales literarios (viñeta poética, cuento, crónica social o costumbrista, sucedido, receta de cocina, algún poema) y vivenciales (recuerdos de una infancia provinciana, modos de vida y de gastronomía típicamente argentinos, trozos de la cotidianidad de un barrio popular porteño, reflexiones sobre la literatura, algún sueño), además de algunos juegos de palabras y piruetas de la imaginación... todo enhebrado como la pelota de piolines de Cecilia, una de las niñas protagonistas.
La historia arranca con la llegada y descubrimiento de Buenos Aires por una familia “pajuerana” (de fuera de la capital federal), que emigra en busca de trabajo y se instala en un barrio popular, en el mismo edificio donde vive la escritora (que resulta originaria de la misma ciudad, Reconquista, lo que establece una primera complicidad). Entre otras anécdotas, hay algunas situaciones graciosas en torno al choque cultural, pero lejos de burlarse de los provincianos, la autora lo que se propone es ampliar la visión de sus lectores (probablemente porteños en su mayoría), quienes pueden así tener otra perspectiva de su espacio cotidiano y recibir una implícita lección de respeto hacia realidades y valores diferentes.
Si bien los personajes de sectores socio-económicos desfavorecidos no son demasiado raros en la narrativa infantil argentina contemporánea, no es tampoco frecuente que la vida cotidiana de niños pobres sea representada con ese respeto a su individualidad que evita la reducción a típicos representantes de su clase. Al mismo tiempo, la autora enfoca con lucidez los problemas de la pobreza (la emigración económica desde el interior, la precariedad o ausencia de domicilio, la ignorancia) e incluso hace alguna propuesta de resistencia (la recuperación de la plaza y la reacción de los vecinos al inmovibilismo burocrático de la administración local). Estos temas, muy bien integrados a la trama, alternan además con viñetas costumbristas, poemas que no temen al non sense o con texto tan ingenioso e hilarante como “Catástrofes”, en que dos versiones de un mismo hecho se presentan en narraciones paralelas: la “objetiva” (un perro atacado de pulgas) y la imaginativa (la percepción que tienen las pulgas de los esfuerzos que hace el can por librarse de ellas). Por otra parte, todo lo que compone la vida del niño común (mayoritariamente tratado en la narrativa para chicos como si fuera exclusivo de la clase media) está presentado con esa sobriedad, poesía e inteligencia que son características de Laura Devetach: amistad, incipiente amor, coquetería, aburrimiento, conflictos generacionales y entre varones y mujeres, problemas escolares...
La plaza del piolín tiene un segundo centro ideotemático, que es el que le da coherencia y estructura: el personaje de la escritora (que narra en primera persona) está tratando de escribir un libro. Un libro que se presenta difícil y cuyo método composicional le resulta revelado por Cecilia y su pelota de piolines de todas clases y procedencias. El libro que escribe el personaje y el que leemos es el mismo, formado por trozos enhebrados de la vida de Cecilia, su hermana, sus amigos, su familia y sus vecinos, y de recuerdos y realidad de la propia escritora-personaje, que comparte las preocupaciones y gustos de los chicos y grandes del edificio y el barrio, mientras trata de terminar su libro.
Al principio, asistimos a una discusión doméstica en que el padre de Cecilia, Eusebio, se opone a que la pequeña comience la escuela: “Amanda contestó con otras palabrotas. Después, cansada, se sentó y dijo con firmeza: -¡Abrite la cabeza o perdiste, Eusebio! Lo que va a pasar aquí es que todas vamos a saber leer menos vos, eso va a pasar!”. El final de la obra es una fiesta con la plaza adornada por textos escritos por los niños del barrio y colgados de los famosos piolines de Cecilia, quien dice a la escritora: “Vos terminaste el libro, ¿no? ¡Voy a buscar a los chicos para que lo muestres de una vez!”.

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Laura Devetach nació el 5 de octubre de 1936 en Reconquista, provincia de Santa Fe, Argentina. Licenciada en Letras Modernas de la Universidad de Córdoba, ha desarrollado una importancia labor como editora y coordinadora de talleres literarios, como docente y periodista. Co-fundadora de la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de Argentina (sección nacional de la IBBY, la Organización Internacional del Libro Infanto-juvenil). Autora de una vasta obra, coherente y ambiciosa, en el terreno de la literatura infantil (también ha escrito literatura para adultos y algunos ensayos sobre literatura infantil), goza en su país de un altísimo reconocimiento.

Joel Franz Rosell


Tomado de A través del espejo. Libros, lectura y escritura literaria en los libros infantiles y juveniles. Buenos Aires, 2004. col. Cuadernos de ALIJA, nº 1, II época.

5/8/10

confieso que he leído (1) Gloria Cecilia Díaz, Luis M. Pescetti, Paloma Sánchez

Leo mucho y a menudo comparto mis impresiones. He aquí cuatro ejemplos de libros de Gloria Cecilia Díaz (Colombia), Luis María Pescetti (Argentina), Paloma Sánchez (España) y Dora Alonso (Cuba).

"SOL DE GLORIA "

El sol de los venados

Gloria Cecilia Díaz.
Madrid. Ediciones SM (col. El Barco de Vapor, serie Roja)
primera edición 1993.
Novela
125 páginas.


El sol de los venados suscita en muchos de sus lectores una pregunta que podría calificarse de malsana: ¿Hasta donde va en este libro la biografía de Gloria Cecilia Díaz?

Resulta fácil comprobar que ante una narración en primera persona el lector medio tiende a identificar el yo narrativo con la voz del autor. Pero si es cierto que, como reconoce la propia Gloria Cecilia Díaz, toda obra literaria es autobiográfica, no menos seguro resulta el hecho de que una novela es ante todo creación.

El punto de vista, como otros instrumentos, métodos y materiales de la novela, resulta de una decisión del autor, no por menos consciente más impremeditada. La narración en primera persona no se apoya necesariamente en una relación directa con la fuente principal de inspiración, aun cuando esta realidad sea conocida de cerca por el escritor.

En otras palabras: siempre que se trate de una obra de ficción, lo que importa no es lo que hay en ella de verdadero, sino la coherencia del mundo que ha creado el autor no sólo con personajes y acontecimientos, ideas implícitas y explícitas, sino con el ritmo, timbre y tensión que sugieren los ingredientes formales que definen su estilo.

Gloria Cecilia escoge como personaje narrador a una niña que se siente algo insegura en su abundante pandilla de hermanos y que busca su lugar en el mundo. Con toda franqueza Jana nos confía su admiración por Tatá, hermana mayor y alumna brillante, y por Ismael, que es el personaje heraldo, detentor de la verdad (y el que menos me convence, por lo mismo); la niña narradora revela igualmente su amor por su madre, sus sentimientos encontrados respecto a los adultos, su fragilidad física y sus dificultades escolares.

Si la creación de este personaje puede estar sustentada en elementos vivenciales, su elección como portador de la narración responde a una necesidad técnica. Salvo cuando se premedita la interiorización o subjetivación de la perspectiva, los héroes no resultan buenos personajes narradores (como en la vida, donde vivir y contar se reparte casi siempre entre miembros distintos del elenco). Lo más frecuente es que los escritores escojan un testigo, un segundón o un antihéroe, puesto que lo necesitan para que cuente, para que observe, incluso para que juzgue. En El sol de los venados la indefensión del personaje narrador incremente la identificación de los lectores con él (ella), pues los chicos suelen sentirse en posición de debilidad en un mundo dominado por el adulto y regido por leyes que no conocen, cuyo aprendizaje es exigente y a menudo doloroso.

A través de los ojos de Jana, y a través de su corazón porque se trata de una novela de sentimientos (atención: no he dicho sentimental), el lector descubre estampas de su vida, del devenir de su familia y del pueblo en que reside. Resulta reconocible la Colombia andina de hace unos treinta años, con sus desigualdades económicas, su machismo, su violencia política, su retraso tecnológico, su rutina semirrural. Esto no significa que haya tipo alguno de "denuncismo"; como saldo queda un mundo perfectible, pero querido.

Es a través de la perspectiva de la niña narradora que se sostiene el único mensaje algo insistente del libro: un rechazo a la desigualdad entre grandes y chicos. El asunto no es abordado esquemáticamente, puesto que Jana no perdona ni a sus seres más queridos y no se limita al choque entre adultos y niños: "Me senté en un rincón de la sala. Papá estaba allí leyendo el periódico. Ni siquiera me preguntó lo que me pasaba. Mamá tampoco, como siempre estaba ocupada con los más chiquitos. No tenía a quién decirle que estaba triste. Tatá lo sabía, pero como yo soy más pequeña, no me hace mucho caso" (p. 63).

La narración abarca aproximadamente dos años (entre los 9 y los 11 de edad de Jana) y está básicamente estructurada al modo de una novela de crecimiento, aunque en los capítulos iniciales hay una intemporalidad intencional (consecuente con la vaga noción que del tiempo tienen los niños). Nótese como al principio la narradora utiliza el presente de indicativo y sólo paulatinamente pasa al pretérito simple con incursiones específicas en el imperfecto. No es sino a mediados de la novela que la secuencia se hace decididamente lineal y avanza en un crescendo dramático que culminará con la muerte de la madre, la disputa entre el padre y la abuela, y la reorganización de la familia en torno a la figura, deliberadamente poco esbozada, de Fanny.

He utilizado arriba el término capítulo, pero en realidad las unidades que componen la novela son una mezcla de cuento, página de diario, estampa o anécdota, generalmente introducida por frases como: "una noche llegó el abuelo", "al atardecer, cuando el sol comienza a ponerse rojo" o "el sábado pasado fuimos al río". Casi siempre, estas unidades narrativas resultan desencadenadas por el retrato de uno de esos personajes secundarios, tan fuertes y entrañables, que sazonan la obra, aún cuando el tema que se desarrolle a continuación no tenga al personaje del caso por protagonista. Véanse, por ejemplo las páginas 22-24, introducidas por "Pacheco, mi padrino..." y que terminan por relatar la anécdota de la tentativa de hurto a la dulcera ciega. En esta ocasión se dice poco de Pacheco, quien volverá más adelante para justificar el importante papel que le corresponde en el mundo afectivo de la narradora.

Para mí, los personajes son el punto fuerte de esta novela. Incluso los menos importantes poseen un color intenso e inolvidable, aun cuando su dibujo sea un tanto difuso. Me atrevería a decir que la técnica de Gloria Cecilia es impresionista -entiéndase en el sentido pictórico- y por ello mismo el otro rasgo sobresaliente del libro es la atmósfera, lograda con un mínimo de recursos. Los personajes secundarios aparecen y se van, vuelven o son evocados dejando ver un ángulo antes no precisado. Entre ellos destacaría a la abuela; una abuela no tradicional puesto que está divorciada, fuma, es coqueta...

El sol de los venados es una novela sorprendentemente madura en autora tan joven (fue su segundo premio Barco de Vapor en 1992). Su estilo es depurado, de frases sencillas y certeras, con diálogos excelentes, y muy bien situados momentos poéticos, dramáticos y cómicos. Hay maestría para crear, a veces con una simple oración, una atmósfera o una situación intensa, como cuando se sugiere el desamparo de los huérfanos con solo decir: "Nena juega por ahí, solita y callada" (p. 119).

Probablemente uno de los elementos que más acercan a Jana y a Gloria Cecilia Díaz es su común pasión por la literatura. Los lectores no quedarán indiferentes ante la "predicción" hecha por varios personajes de que la protagonista será escritora. Por otra parte, la novela ofrece claves de una formación literaria que los lectores estarán en situación de compartir; sean los cuentos de miedo que narra el abuelo o las lecturas de Jana: poemas escolares, narraciones de Andersen, Alicia en el País de las Maravillas, Corazón, Las aventuras de Huckleberry Finn, El principito. A estas "fuentes directas" se suman la fascinación que ejerce el descubrimiento de un poeta de carne y hueso, y la "lectura" que hace Jana del paisaje y de la vida misma. Estos dos elementos vienen a juntarse en el último párrafo del libro, tan prometedor y balsámico como un horizonte:

le pedí a Ismael que fuera a buscar el libro de poemas del escritor que había sido amigo de su papá. Nos sentamos a leerlo en la acera mientras, arriba, el cielo empezaba su danza del fuego (p.125).

Casi tópica es la afirmación de que para escribir literatura infantil se requiere la capacidad de revivir el niño que uno fue o conservar un alma de niño. Es probable que al referirse a la obra que nos ocupa, muchos hayan evocado esta idea. Personalmente, la fórmula me irrita por su empirismo reductor, ya que suele presentársela como única y esencial, echando de lado la enorme complejidad de la literatura (la infantil como la otra) y el enorme trabajo de formación necesario para hacer de cualquier persona sensible un escritor. Para escribir El sol de los venados no basta con haber sido una Jana, hay que haber recorrido además el camino vital y profesional, lleno de riesgos y sacrificios, de Gloria Cecilia Díaz.



Publicado en la Revista Latinoamericana de Literatura Infantil y Juvenil, nº 3. Bogotá, enero-junio de 1996.


  
"FRIN: VIDA, PASION... ¡Y SUERTE!"

Frin

Texto de Luis María Pescetti. Ilustraciones: 0'Kif
Alfaguara. Buenos Aires, 2000
(Serie naranja: lectores desde 10 años)
Novela.

Frin cuenta la vida de un chico. En verdad, unas pocas semanas de la vida de un chico, pero son de esas en las que –como nos ha pasado a todos- la vida revienta sus márgenes de rentabilidad y acumula un montón de experiencias, haciéndonos madurar de golpe, quemar etapas. A Frin le pasa de todo en las 203 páginas de esta deliciosa novela del escritor argentino Luis María Pescetti: sufre el hostigamiento de su profesor de educación física y reinventa la resistencia pacífica, asume su incompetencia deportiva y descubre su competencia literaria, admite su cobardía frente al abuso físico, pero demuestra valor y tenacidad frente a la violencia psicológica y la injusticia, se percata de que hay madres violentas y padres que abandonan el hogar, se da cuenta de las diferencias económicas, comienza a trabajar (a tiempo parcial, en una librería del barrio) y participa en una huelga. Pero sobre todo, Frin vive, sufre y goza la dicha y la tortura del amor, pasando por la incertidumbre, los celos, la vergüenza... hasta alcanzar esa maravillosa inflamación luminosa del alma que es la felicidad.

Pescetti ya ha demostrado en otros libros el conocimiento que tiene de las formas de actuar y expresarse de los pre-adolescentes, su dominio de la lengua coloquial y su capacidad para captar y expresar en pocas palabras la esencia del ser humano. Notable creador de personajes, aquí se destacan el propio Frin, Alma (la chica de la que está enamorado), Arno (el adorable fracasado), el cambiante y sin embargo estable Lynko... A esta magnífica galería de chicos, se unen varios adultos excelentemente trazados como la violenta madre de Arno, el energúmeno profesor de gimnasia, el antológico abuelo de Alma y la deliciosa loca servicial de doña Rosa.

La historia avanza serena y ágil, a base de anécdotas de la vida escolar y el siempre arduo aprendizaje del amor. Al mismo tiempo que el protagonista madura, el escenario va rebasando sus iniciales límites escolar-hogareños y abarca otros hogares, la calle, las afueras del pueblo y hasta un pueblo vecino. Frin viaja -a espaldas de sus padres, en una aventura que marca el fin de su niñez- al lugar a donde marcha Alma tras la separación de sus padres. Aquí el espacio ya no solo es colectivo, sino socializado de manera trascendente: el pueblo se levanta ante la amenaza de cierre del molino que emplea a la mayoría de los habitantes. De golpe, el libro rebasa los límites de una historia de crecimiento individual, de un “romance de escolares” para integrar la actualidad argentina; con sus huelgas, quemas de neumáticos y caras tapadas, con un corte de carreteras, un empresario corrupto y una televisión manipuladora.

Pescetti tiene una prolongada experiencia profesional en la radio y eso se nota en su escritura. Esto no significa que no sepa diferenciar el discurso radiofónico del discurso literario, sino todo lo contrario: que ha encontrado en la experiencia radial recursos con los cuales enriquecer, hacer más eficaz y personal su prosa narrativa.

En Frin los abundantes y eficaces diálogos participan sólidamente en la exposición de los acontecimientos y en la construcción de los personajes, disminuyendo las intervenciones del narrador. Este interviene siempre que hace falta e incluso es omnisciente (no solo sabe cosas que un observador exterior no podría conocer, sino que se remota en el pasado y se proyecta al futuro, asume las suposiciones, dudas, y planes de los personajes), pero no por ello se permite aparecer cuando es prescindible (eso se llama oficio). Otro rasgo estilístico singular –al punto de convertirse en todo un estilema pescettiano, es la omisión de acotaciones. Raramente leemos cosas como “dijo Frin” o “pensó Alma”. Pescetti prefiere colocar entre paréntesis el nombre del personaje que habla, pero no como en el teatro o en los guiones radiales, sino de una manera híbrida, que trasmite eficazmente las circunstancias de la situación al tiempo que escamotea la carga de convencionalidad que en la narrativa habitual tienen esas intervenciones “técnicas” del narrador. A veces entre semejantes paréntesis, el narrador encierra los pensamientos o la intención de los personajes, lo que le permite obtener efectos sorprendentes o cómicos.

El narrador se funde con uno u otro personaje y desde éste, en particular desde el protagonista –pero sin llegar a narrar en primera persona- dice cosas que no resultaría verosímil o pertinente en la voz del personaje. Hacia el final, en el capítulo 26 y en el epílogo, esas confusiones deliberadas entre narrador y personaje no consiguen del todo disimular que es el propio autor el que comienza a suplantar al narrador. Estas intervenciones, sin llegar a estropear la calidad de la novela, generan una cierta presión sobre el estilo y los acontecimientos, que modifica levemente el tono del relato de la huelga y su desenlace.

Con todo, es hacia el desenlace que leemos momentos tan logrados como éste:

Frin quiso mirarla, corrió su brazo y levantó despacio su cabeza. Se dio vuelta hacia ella. Alma también quiso mirarlo. Se quedaron. Ojos muy cerca de los ojos de cascabelito lindo. Muy cerca de la nariz que está cerca de la nariz de los ojos de cascabelito cascabelito lindo. No fue que Alma se acercó, sino que algo profundo y sencillo se le aflojó adentro. Frin se inclinó hacia delante y cerró los ojos. Alma cerró os ojos y se inclinó. Frin sintió, delicadamente, los labios de Alma con sus labios. Primero Frin sintió, delicadamente, los labios de Alma con sus labios. Luego, Frin sintió a Alma con sus labios, y Alma sitió a Frin con los suyos. Y eso era un beso..

Cuando uno llega a esta página, le dan ganas de aplaudir, como en el cine. Y Pescetti ha rodeado ese exquisito momento de un discurso lírico y levemente delirante que ocupa el lugar que, si fuera cine, tendría un arrebato de orquesta romántica. En el epílogo vemos a Frin, que regresa a su pueblo en una avioneta, que por momentos le dejan pilotar. Galopa nubes, decidido a deshacer todos los entuertos que dejó pendientes a lo largo de la novela. Quién puede dudar de su determinación y de su fuerza: regresa de su primera batalla de amor y ese triunfo hace de él un Quijote, un raro Quijote, joven y victorioso.


"EL CAZADOR Y LA BALLENA, HISTORIA DE DOS SOLEDADES Y UNA FELICIDAD"

El cazador y la ballena
Texto de Paloma Sánchez Ibarzábal. Ilustraciones de Ibán Barrenetxea
Oqo. Pontevedra, febrero de 2010
Album
ISBN: 978-84-9871-221-6

Si algo caracteriza este hermoso álbum escrito por Paloma Sánchez, ilustrado por Ibán Barrenetxea, es que lo construye un lenguaje poético, muy alejado de la tendencia en boga de simplificar, de « rebajar » el lenguaje, poner la historia y su instrumento musical y conceptual –la lengua- a niveles bajos, como si el lector modelo fuera precisamente el no lector.

Los álbumes están salvando a la edición española más reciente del populismo demagógico que domina las colecciones más comerciales, y por tanto visibles. Su contribución no es, en consecuencia, solo la de elevar el nivel artístico de la edición –que no es poca cosa, ni tarea secundaria- sino la de elevar al pedestal que merecen los niño, como los lectores inteligentes y exigentes que saben ser.

En El cazador y la ballena, Paloma Sánchez Ibarzábal habla de un cazador obsesionado por lo que parece ser su destino: cazar ballenas, pero que tiene también un sueño estético, gratuito, elevado: alcanzar las estrellas. Al abandonar su “destino”, su pedestre objetivo, el cazador consigue, precisamente con ayuda de esa ballena que se obstinaba en querer matar, alcanz las estrellas de su sueño.

El cuento está muy hábilmente estructurado; dividido en dos cantos titulados respectivamente “Amanece...” y “Anochece...” que se alternan en una especie de oleaje lírico y marcan el paso de los días y la larga espera y soledad del cazador. Cada canto puede no ser más que una frase como “...la ballena hoy no danza en el horizonte...” o sumar varios párrafos, pero cada uno posee una identidad que no es temática ni definida por el protagonismo de uno de los dos antagonistas: el cazador y la ballena (hay un tercer personaje, colectivo: las estrellas que alimentan los sueños o distraen la espera del cazador solitario en una pradera que el ilustrador ha representado como un montón de con hojas secas para mejor sugerir que se trata de un escenario convencional y de un empeño estéril, puesto que lo esencial no está ahí y el terreno de la búsqueda es universal y trascendente.

La alternancia de los cantos “Amanece...” y “Anochece...” se interrumpe en una variación titulada “Casi amanece”, más extensa que las anteriores y que intensifica y reorienta la trama.

Los cantos son sutiles: una tonalidad, un tempo, un acto o escena diría un dramaturgo. En su muy atenta lectura, el ilustrador Ibán Barranetxea ha escogido una gama de colores para cada uno: los “Amanece” son verdosos, los “Anochece” azulados. Son dos gamas deliberadamente próximas, mientras que para el canto “Casi amanece” la gama, rompedora, tira al naranja. Es que en este canto los dos personajes, que hasta entonces no han hecho más que buscarse-rehuirse, al fin se encuentran. O, mejor dicho, el cazador encuentra a la ballena, la conoce; y se da cuenta de que no es LA ballena, sino UNA ballena: con una vida propia, llena de cicatrices alegres o tristes, un ser vivo y con identidad y no un mero blanco para su arpón. Al recorrerla con la mano desarmada el cazador comprende: “¡parece un cielo lleno de estrellas!”.

Con el cuarto y último “Amanece”, Ibán abandona el naranja (reducido a una nubecilla sobre el lomo de la ballena) y se entrega a un amarillo todavía enrojecido por la ira del cazador, que todavía enarbola el terrible arpón. Pero cuenta Paloma que los que se encuentran son los ojos del hombre y el mamífero marino, y no el acero afilado y la piel rugosa. Flotando sobre las últimas hojas, el cazador mira alejarse a su presa, y en la doble página siguiente, el amarillo, cada vez más luminoso, lo aportan los girasoles que ahora conforman el mar (ya no dibujará Ibán más hojas secas: el sueño del cazador florece). En las dobles páginas que siguen, y concluyen el libro, el ilustrador se muda a un gris luminoso y onírico, repujado por el blanco de lunas, estellas y del pijama que viste el cazador, devenido soñador al cambiar el arma por el alma como medio de conquistar su Sueño. Leemos: “lejos del barco, esa noche, se encuentran los dos en el mar de estrellas”, y el ilustrador dibuja estas palabras de la escritora con el cazador, estrella en mano, galopando la ballena, que nada en un mar de idénticas estrellas.

Paloma Sánchez Ibarzábal debutó en el panorama editorial en 2005 con su novela El brujo del viento (SM), aunque por el momento su bibliografía está dominada por cuentos que, dentro de una amplia gama de tonos y temas, testimonian una singular sensibilidad para los detalles y las esencias humanas, unido a un dominio de la palabra y una forma bastante peculiar de organizar su discurso. Dan prueba de ello ¿Quién sabe liberar a un dragón? (SM, 2007), El cazador y la bellena y Cuando no encuentras tu casa (ambos editados por Oqo en 2010) y, en un plano un tanto más lúdico y ligero, pero que en nada desentona de los anteriores: Pirata Plin, Pirata Plan (SM, 2009).

De Ibán Barrenetxea confieso saber mucho menos. No conozco sus otros libros y no encontré en Internet bibliografía alguna. Quizás su carrera de ilustrador de libros es más reducida que su ejecutoria como diseñador y dibujante. No obstante, los dibujos que muestra en su página web ahondan en el estilo que le conocí en el álbum de Paloma Sánchez: excelentes composiciones, líneas precisas pero hábilmente difuminadas, con texturas y colores neblinosos, lo que demuestra un gran dominio de la luz. Un universo ciertamente poético, lo que no significa que esté desprovisto de humor.




Catalina la maga

de Luis Cabrera Delgago

Ilustraciones de Esperanza Vallejo
Bogotá. Norma, 1997.
60 páginas
.

El humor, la magia y el absurdo, combinados con la crítica de diversos aspectos de la realidad son algo característico en la obra de este prolífico autor cubano, perceptible desde libros tan tempranos comoPedrín (publicado con 11 años de retraso, en 1991), Tía Julita (Premio UNEAC en 1982 y publicado en 1987) y Los calamitosos (1993), libro de relatos (para jóvenes y adultos) donde la sátira de la sociedad, representada en un pequeño pueblo imaginario, es algo ácida y estilizada.
Pero en Catalina la maga el destinatario es claramente infantil y predominan el humor y la fantasía. El escenario es el mundo cotidiano de una niña de ocho o nueve años, en su casa, la calle y la escuela, que Cabrera recrea con la penetración del psicólogo social que fue durante años y con efervescente ingenio.

Tras la ligereza aparente de una historia de niña con poderes mágicos, el autor aborda la complejidad de las relaciones en la familia reconstruida después de un divorcio, el racismo sutil de los cuentos de hadas, el machismo, los abusos que los adultos, a veces sin darnos cuenta, cometemos con los chicos; así como la burocracia, el oportunismo, la mentira, el consumismo, y otros temas no tan frecuentes en la narrativa para estas edades. Entre los cuentos, que forman una secuencia dinámica como en las novelas, se intercalan pequeñas frases filosóficas, críticas o poéticas que, como fórmulas mágicas, pueden servir al animador de la lectura para lanzar a los propios chicos por el camino de la invención. Las ilustraciones, mal servidas por el exceso de grises y la impresión en un papel de mala calidad, son de un grafismo naif que no tiene la criolla gracia del texto.


Disfruta tu libertad y otras corazonadas
de Antonio Orlando Rodríguez
Ilustraciones: Eulalia Cornejo
Libresa. Quito, 1999.
83 páginas


Este libro fue en su momento la prueba definitiva de un cambio profundo experimentado por una de las más reconocidas trayectorias de la literatura infantil cubana. Lo novedoso está en que el destinatario adolescente y, sobre todo, en que los temas son más profundos y el tratamiento estilístico se ha liberado definitivamente de cierto optimismo a toda costa y de la imaginería un tanto almibarada que habían estado ahogando la indudable capacidad de Antonio Orlando para crear historias reveladoras del ser humano.

Ya en 1987, en una jornada de lectura de originales en el Palacio del Segundo Cabo, en La Habana, Antonio Orlando había presentado un cuento en que un niño se refugiaba de la violencia de unos padres que no se entendían, al mudarse al mundo de armonía doméstica situado al otro lado de una ventana dibujada por él mismo con saliva. "La ventanita" se vio impreso al fin en Concierto para escalera y orquesta(Edilux. Medellín, 1995), tres años después del estreno en una modesta edición del Ministerio de Cultura (de Cuba), de Yo, Mónica, y el monstruo: una protesta contra los maestros insensibles y violentos que constituyó otro paso, todavía tímido, hacia el compromiso con las asperezas que enturbian la vida de los chicos. Pero es en Farfán Rita y el profesor Hueso (premio Confamiliar del Atlántico. Barranquilla, 1998) que nuestro autor alcanza el punto más alto en este nuevo camino de su narrativa y, consciente de ello, lo hace centro de Disfruta tu libertad...

En "Farfán Rita y el profesor Hueso", una adolescente desentraña la adolorida y abnegada intimidad de su odiado profesor de matemáticas cuando acude al entierro de un pariente y en una solitaria capilla de la funeraria advierte a Remigio Hueso, quien acaba de enviudar y de tomar la decisión de jubilarse.

Escritos en épocas y países distintos, los seis cuentos de Disfruta tu libertad... se integran de manera coherente gracias a su tema y tono, pero también por vía del protagonista colectivo que en cada cuento "designa un solista" para encarnar y narrar el conflicto. Las anécdotas, sencillas pero bien construidas, y las convincentes caracterizaciones reflejan el buen conocimiento adquirido por el autor de las íntimas inquietudes de los adolescentes y de sus relaciones a menudo inarmónicas con la escuela, el grupo y la familia. Problemáticas como las tensiones entre atracción física y espiritual, el dogmatismo, la infidelidad conyugal, la soledad, la vejez y la muerte, son presentadas con una prosa cincelada y sobria, pero que no se priva de expresiones regionales, metáforas, humor e ironía.

La narrativa infantil de Antonio Orlando Rodríguez, pese a la excelencia de su estilo y lo ingenioso de situaciones y personajes, estuvo sometida hasta principios de los años 90 por la normativa de los primeros treinta años de literatura “revolucionaria” (y no solo la destinada a los más jóvenes): la representación edulcorada de la realidad cubana contemporánea. Disfruta tu libertad y otras corazonadas permite la reconciliación de la producción infantil y la producción para adultos de nuestro autor, que ya se había manifestado en los brillantes relatos de Strip-tease (Letras Cubanas. La Habana, 1985) y que más recientemente han confirmado las densas novelas Aprendices de brujo (Alfaguara, Bogotá, 2002; Rayo/HarperCollins, New York, 2005) y Chiquita (Alfaguara, Madrid, 2008).

23/7/10

libros que vuelan


Sueño a menudo que vuelo. No a gran altura, suspendido por alas poderosas como los pájaros y los aviones. Sueño de manera muy realista que vuelo planeando, propulsado por mis piernas, devenidas potentes propulsores y con los brazos abiertos, equilibrando unos como saltos prodigiosos... Cada vez despierto convencido de la realidad de mi vuelo, y todavía con restos de vértigo me siendo a escribir. Será por eso que en mis libros abundan los pájaros, los vuelos, las cometas, las escobas mágicas y tapices voladores. O será simplemente para no desmentirme ante el niño que fui y que se prometió ser astronauta...



PÁJAROS EN LA CABEZA
© Kalandraka. Sevilla, 2004
Ilustraciones: Marta Torrão
Cuento. Si la ambición te quita el sueño, escucha a los pájaros
[Desde 7 años]

En un reino pequeño y no precisamente rico, el ministro de Todo lo Demás, el ministro de Defensa y el ministro de Economía piensan que sólo una guerra puede satisfacer sus deseos de grandeza. Pero su rey, siempre rodeado de pájaros, no tiene sino ideas lindas y pacíficas. Los ministros deciden sacarle esas ideas y, sobre todo, esos pájaros de encima. Con astucia lo consiguen... En fin, casi.
Un rey singular, un tanto miope y quijotesco se ocupa de la buena marcha de su país; un cachito de patria, no menos imperfecto u olvidado de las complicaciones que da el vivir. En una interacción un tanto juguetona, cada personaje asume el papel que le corresponde con marcada fidelidad a su esencia. Estamos ante una historia que permite una pausa sobre la convulsa actualidad, una pausa indudablemente aleccionadora tanto para los chicos como para los adultos
(Sanda Avendaño. Chiapas. México).
Traducido al gallego, el portugués y el coreano.
Distinción THE WHITE RAVENS. Biblioteca Internacional de la Juventud. Alemania




El pájaro libro
Ediciones SM, col. El Barco de Vapor, 2002
Ilustraciones: Ajubel
Premio nacional de Ilustración de España en 2003

Un libro olvidado, y por ello frustrado, en el estante de la biblioteca municipal, decide lanzarse a la aventura de darse a conocer por sí mismo y, para ello,  tiene que conseguir volar hacia afuera. Se trata de todo un reconocimiento al libro como objeto vivo, capaz de transformar la vida de sus lectores y de llevar alegría y esperanza a los transeúntes. Es, además un canto a la voluntad y una invitación para descubrir el mundo de maravillas que, entre las páginas de un libro olvidado en cualquier estante de cualquier biblioteca, espera por nosotros para compartir su tesoro y para que lo llevemos a dar “una vuelta”
Adrián Guerra Pensado

Responsable de la Sala Juvenil de la Biblioteca “Rubén Martínez Villena” de La Habana.










T'raducido al francés por Sylvia Gehlert. París. Belin, 2009. Ilustraciones: Vanessa Hié





LA TREMENDA BRUJA DE LA HABANA VIEJA

Edebé. Barcelona, 2001
Ilustraciones: Ajubel
Novela. La peor de las brujas contra la mejor de las niñas
[Desde 8 años]










La bruja de La Habana Vieja vivía consagrada a sus hechizos y a su amistad con otras brujas tan feas y malvadas como ella. Hasta que descubre que tiene una sobrina-tataranieta linda y buena. Temiendo por su reputación, intenta arrastrarla por el camino del mal, pero la niña posee poderes capaces de cambiar muchas cosas.
(Boletín Red de Bibliotecas de Andalucía, 2002).
¡Otra historia de brujas, dirán algunos! Parecería que desde la aparición de Harry Potter los autores infantiles carecen de imaginación. Pues no: estamos ante una historia ingeniosa, que realmente merece la lectura. La galería de personajes (sobre todo las brujas) estalla de humor y originalidad, y la trama da muestras de buenos sentimientos
(Comité X. Página web de Hachette. París, 2003).

Traducido por Mireille Meissel: Malicia Horribla Pouah, la pire des sorcières. París. Hachette, 2001 (edición agotada).



LA NUBE
© Random House Argentina (Sudamericana).
Buenos Aires, 2001
Ilustraciones: Juan Deleau
Cuento. Una nube busca su destino
[Desde 4 años]

Del mar a la montaña, del campo a la ciudad, las andanzas de una nubecita blanca y redonda como un sueño. Distintos escena- rios para una bella metáfora que conjuga profundidad y sencillez.

Uno agradece al autor y al ilustrador por enseñarnos a mirar y remirar el mundo cotidiano que tanto interesa y conviene a los pequeños. La historia me ha invitado a poner los ojos en la cara del cielo y redescubrir junto a los niños que, detrás de una aparente mota de algodón celestial, existen otros matices. El contrapunto armónico que establecen el texto y las ilustraciones resulta aquí un juego particularmente divertido y seductor para los prelectores al aparecer dibujos entre las palabras del cuidado texto. El diccionario de imágenes incluye más de una definición y, detalle multicultural, regionalismos de las diferentes comarcas de la lengua castellana.
(Sandra Avendaño. Chiapas. México).



LA LECHUZA ME CONTÓ
Progreso. México, 2004 Ilustraciones: Fabiola Graullera
Primera versión: DE LOS PRIMEROS LEJANOS TIEMPOS LA LECHUZA ME CONTO. Oriente. Santiago de Cuba, 1987.
Traducido al vasco con ilustraciones del autor: HONTZAK KONTATU ZIDAN. Desclée de Brower. Bilbao, 2006.


Cuentos. La ecología en fábula
[Desde 7 años]

Historias que cuentan con poesía, humor y mucha imaginación un tiempo maravilloso en que animales, plantas, astros y fenómenos atmosféricos se pusieron de acuerdo sobre la mejor convivencia posible. Un libro ecológico diferente.

Las historias tienen ese algo que no necesita de ecuaciones ni de reglas para ser creído, eso que nace de la combinación del talento con la imaginación y la fantasía, completado con un toque de originalidad
(Asela Suárez. Cartelera, La Habana, 1988).

VUELA, ERTICO, VUELA
Ediciones SM. Madrid, 1997
Ilustraciones: Ajubel

Novela. La magia está en saber quién eres
[Desde 7 años]

Es un cuento con niño solitario, sombrío desván y abuela de largos brazos protectores, capaz, con sus agujas de punto, de tejer los mayores prodigios imaginables, como es que su nieto vuele sobre una alfombra o que encuentre el reconfortante calor de la amistad (Equipo Peonza. El diario montañés. Santander, 1998).

La escritura de Rosell es rica en imágenes y entabla todo el tiempo un juego de comparación entre las emociones y los olores. Hay una exploración de la palabra en el texto, una escritura sutil que dice cosas más allá de lo escrito. Con guiños al lector en apelaciones continuas para involucrarlo, Rosell expone una lectura entre líneas y logra un mundo subjetivo y mágico con elementos de la realidad
(Sandra Comino. La Mancha. Buenos Aires, 2000).

16 ediciones, 96 000 ejemplares



EXPLORADORES EN EL LAGO
Alfaguara. Madrid, 2009.

Novela: En busca de su mascota desaparecida, una pandilla de amigos pone en jaque a una banda de traficantes de especies protegidas
[a partir de 10 años]

Robin es un niño tímido y no tiene amigos en su nueva escuela. Cuando parten once días a una reserva ecológica, Robin lleva a escondidas a su cotorra. Su comportamiento misterioso llama la atención de los cuatro chicos que se convertirán en sus primeros amigos. Juntos investigan la desaparición de la cotorra y eso los lleva a interesarse en la desaparición de especies protegidas que padece la reserva. La novela combina aventura ecológica, encuesta detectivesca y vida escolar. Misterio, humor y aventura son los ingredientes principales.



AVENTURAS DE ROSA DE LOS VIENTOS Y JUAN PERICO DE LOS PALOTES
Alfaguara. Buenos Aires, 2004
Ilustraciones: Xulian

Distinción THE WHITE RAVENS (mejores libros infantiles publicados en el mundo). Biblioteca Internacional de la Juventud. Alemania, 2006

Primeras versiones: Santa Clara, Cuba. Capiro, 1996 y El Arca, Barcelona, 1996.
Novela. Viaje maravilloso por un mundo no tan imaginario como parece
[Desde 8 años]

Rosa de los Vientos y Juan Perico de los Palotes unen sus aptitudes mágicas para construir su hogar en una cometa y resolver los diferentes problemas que surgen en un viaje por lugares fantásticos y desopilantes como la Montaña Extraña, la Isla Rectangular, el Gran Imperio Ote y hasta una nueva versión de su propio país de origen.

Rosell asume en este libro unos planteamientos arriesgados, ajeno a las fáciles concesiones tan presentes en cierta literatura para niños. El juego de lenguaje y por tanto el humor, recorre todo el curso de los acontecimientos (El Diario Montañés, 1996) / Este muy imaginativo relato continúa la tradición de los “voyages imaginaires” y aporta nutrientes al pensamiento. Como en Los viajes de Gulliver, los países visitados son reflejos satíricos del propio mundo de los protagonistas. Desde una perspectiva externa podemos distinguir una crítica de los poderosos y de la sociedad humana en su conjunto
                                                                   (Catálogo del premio The White Ravens. Munich, 1997).

Traducido al francés por Mireille Meissel: Les aventuriers du cerf-volant. París. Hachette, 1998, ilustraciones: Gabriel Lefebvre (edición agotada).




                                                   















mi ilustrador Ajubel me dedica nuestro libro

La tercera novela detectivesca juvenil cubana cumple 40 años

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